dijous, 3 de març del 2011

Día tras día

Día tras día ella sentía que nada podía ir peor. Se levantaba por las mañanas sin ganas de hacer nada ni tampoco ir a ningún sitio, y nada parecía aliviarle de las ganas de perderse en otro lugar, de llorar, de huir, de gritar… Solo sentía el consuelo que encontraba en su almohada, en los pocos momentos en que conseguía dormirse e olvidar por unos instantes lo que pasaba en su alrededor, cosas que no entendía, inexplicables para ella.
Buscaba la ayuda, apoyo y la comprensión de su familia, sus amigos, pero nadie sabía cómo poder ayudarla y conseguir sacarle una simple sonrisa, y todos acabaron cansándose de intentarlo.
Para que mentir, ella muchas veces se sentía mejor estando sola, porque veía que no había nada ni nadie en su alrededor que pudiera ayudarla y hacerla seguir adelante. No es que quisiera esa soledad, pero era la única cosa que  sólo algunas veces hacia que se sintiera mejor, y ella tampoco quería que los demás cargasen con sus problemas y preocupaciones, que cada uno ya tenía suficiente con lo que le tocaba vivir y con sus tropiezos diarios.
Tenía que sacar las fuerzas de su interior, pero por más que lo intentara le daba miedo salir de su caparazón, de su mundo imaginario, que la protegía de la realidad y del dolor, y encontrarse en el mundo real, que no era como ella siempre hubiera querido.
Todos los días eran iguales para ella, sentía que nunca lograría salir de esta, que por mucho que intentaba avanzar solo andaba en un mismo círculo cerrado, toda su vida era monótona.
Se sentía inexistente…día tras día.

Carla Linares