dissabte, 29 de gener del 2011

El niño con el pijama de rayas

Cada libro que he leído sobre el Holocausto ha tenido un efecto tremendo en mí. Desde cada punto de vista, de todos los testigos, y de todas las víctimas, los acontecimientos durante los años trágicos de la Segunda Guerra Mundial me fascinan. Hay muchas cosas de nuestro mundo que no puedo entender. Hay acciones que han pasado y cambiado nuestro mundo y su población. Hay cosas que han aterrorizado a los inocentes y recompensado a los culpables. Hay cosas que han interrumpido la vida de los niños y los viejos. Este es el terror que no entiendo. Es el odio que vive en los corazones de algunas personas. 
A pesar de toda esta complicación, hay un libro que ha tenido todo y lo hizo simple. El autor, John Boyne, ha tomado estas emociones y sucesos, y los puso en la mente de dos niños de nuevo años. De repente, el campo de la muerte más grande del Holocausto se convierte en el lugar donde la gente tienen permitido  llevar los pijamas de rayas todo el día. Las personas trasladadas desde sus casas a un campo de concentración parecen  como mudadas de una casa a la otra. La perspectiva de esta época de nuestra historia es vista a través de los ojos de dos jóvenes, sólo separados por una valla. Ellos son personajes fuertes. Son honestos y simple. Son niños, que quieren ser amigos. Es el odio de la gente que dice "Esas personas ... bueno, de verdad no son personas, Bruno." que los mantiene separados.
Después de leer varios relatos detallados y autobiográficos del Holocausto, como La Noche por Elie Wiesel, El diario de Anne Frank, por Anne Frank, y En mis Manos, por Irene Gut Opdyke, me encontré una nueva versión de la historia muy interesante. El Niño con el Pijama de Rayas afecta al lector sin una descripción gráfica del sufrimiento del Holocausto, que me parece, lo hace aún más inquietante. Esperemos que las últimas palabras de la historia sean ciertas ...
"Sin embargo todo esto pasó hace mucho tiempo y nada como esto volverá a pasar.  No en estos tiempos."

- Nina Wollersberger